Las necesidades de las personas deben estar en el centro de la transición energética global. Nuestro movimiento internacional puede lograrlo, escribe el nuevo Director Ejecutivo de PLQP, Edwin Ikhuoria.
Mi función como Director Ejecutivo de PLQP comienza justo cuando finaliza la COP 27 en Egipto. Allí, una vez más, los gobiernos no tomaron las medidas necesarias para enfrentar el mayor desafío de nuestra era: la lucha por un planeta habitable.
Aunque los gobiernos acordaron un nuevo Fondo para Pérdidas y Daños internacional con el fin de apoyar a las naciones pobres más afectadas por la crisis climática –una prueba del poder de incidencia de los movimientos de base–, fallaron en atender una de las causas originales de este daño desoyendo los reclamos de la sociedad civil para el abandono gradual y equitativo de los combustibles fósiles.
Me siento apelado por un sentido de propósito y urgencia. La transición energética debe concretarse de manera justa, tomando en cuenta las necesidades de la gente. Estas personas necesitan justicia. Y este es el mismo sentimiento que me ha guiado durante los últimos 20 años en mi lucha contra otra injusticia más: la disparidad entre quienes tienen una cantidad inmensa de recursos y los alarmantes niveles de pobreza que sufren los países donde se producen estos recursos.
Esta también ha sido la razón de ser de PLQP desde su creación en 2002. Sin embargo, la pobreza en los países productores de recursos continúa y se ve exacerbada por la crisis climática. Si fuera justa, la transición energética podría ser un trampolín para el avance de las personas que viven en estos países. Si no, no hará más que socavar una situación que ya es precaria. Por ello, debemos asegurar que estas personas, quienes saben mejor que nadie lo que es bueno para ellas, sean escuchadas y tomadas en cuenta.
Amplificar las voces de la gente
Durante las dos últimas décadas, PLQP ha trabajado incansablemente para garantizar que las comunidades que viven en zonas de extracción de recursos naturales obtengan beneficios. En este camino, nuestra red ha logrado importantes éxitos en materia de políticas, como el papel decisivo que representó a la hora de fortalecer en todo el mundo la transparencia y la rendición de cuentas de la gobernanza de los recursos naturales.
Sin transparencia, rendición de cuentas y una gestión de los recursos naturales centrada en las personas, la pobreza, la corrupción y la degradación ambiental continuarán eternamente.
A medida que las realidades de la crisis climática se agudizan día a día, respetar estos principios resulta más crucial que nunca para poder transitar con éxito el camino hacia la solución y pasar de los combustibles fósiles a un futuro bajo en carbono y un planeta que siga siendo habitable.
No debemos repetir los errores del pasado. Uno de los más prominentes es no haber puesto a las personas primero.
Si no escuchamos las voces de las comunidades que viven en las zonas donde se extraen y usan los minerales de transición necesarios para impulsar el mundo hacia un futuro energético limpio –como el cobalto, el litio, el níquel y el cobre–, las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático acordadas en la COP27 y en cumbres anteriores, fracasarán. Esto se suma, por supuesto, a la necesidad de seguir elevando y posicionando las voces de quienes viven en países donde se extrae petróleo y gas y que sufrirán un impacto directo al cambiar a energías más limpias y seguras. PLQP puede desempeñar una función crucial a la hora de amplificar las voces de estas comunidades.
Somos capaces de movilizar un movimiento internacional, con miles de organizaciones de todo el mundo que se mueven en la misma dirección y reclaman lo mismo –justicia, transparencia y rendición de cuentas–. Y, de esta manera, hacer un esfuerzo coordinado para situar a las poblaciones que viven en las zonas donde se encuentran estos recursos en el centro de la transición.
Para que esta transición sea justa, las personas que se ven más afectadas actualmente por el cambio climático y quienes contribuyeron menos a generarlo, no deben pagar las consecuencias.
En cambio, los llamados países desarrollados, que son los que más se han beneficiado de la explotación de combustibles fósiles y que ostentan una responsabilidad histórica por haber generado descomunales emisiones de CO2 mientras siguen consumiendo energía a un nivel sin precedentes, deben hacer su parte. Deben ser quienes actúen primero y más rápido. Las instituciones financieras multilaterales, creadas para atender los déficits en el financiamiento, también deben actuar de manera urgente para habilitar una transición en todos los niveles.
Rendición de cuentas real
Los gobiernos, las y los tomadores de decisión, el sector privado y las empresas también deben rendir cuentas por los compromisos que han asumido.
Eso es lo que debemos hacer: trabajar como movimiento para unir las voces de las comunidades de todo el mundo que ya no serán ignoradas, a fin de garantizar que los países reduzcan los daños y aprovechen los beneficios del auge en la demanda de minerales de transición. Exigiremos que la gobernanza de estos minerales responda a las necesidades de las comunidades de las zonas extractivas, garantizando el derecho al consentimiento libre, previo e informado (CLPI) y la equidad a la hora de asignar los beneficios.
Además, debemos asegurarnos de que la reducción gradual de los combustibles fósiles no intensifique todavía más la desigualdad transfiriendo el costo y el riesgo de la transición energética mediante los activos varados.
Sin una rendición de cuentas real, en 50 años la siguientes generaciones celebrarán una COP77 en un planeta que será inhabitable para buena parte de la población mundial.
Pero a pesar del tenebroso panorama actual y de la realidad de las amenazas que supone el cambio climático, hay esperanza.
Nuevas fronteras de desarrollo
Las acciones necesarias para combatir el cambio climático y la transición hacia sistemas de energía, economías y estilos de vida más sostenibles crearán un tesoro de oportunidades inexploradas, especialmente en los países que hoy en día dependen de los recursos. Por ejemplo, las economías emergentes podrían dar un salto hacia la energía renovable y mejorar el acceso de su población a la energía.
Vivimos tiempos peligrosos, pero el camino para superarlos está colmado de nuevas oportunidades, especialmente para las personas pobres y desempleadas del mundo, así como para los países dependientes de los recursos, quienes tendrán la oportunidad de encabezar el desarrollo, la inversión y el crecimiento sostenible.
Necesitamos potentes movimientos internacionales para superar los desafíos que enfrenta nuestro mundo, tan profundamente interconectado. PLQP es uno de esos movimientos.
Nos guían ciudadanas y ciudadanos de todo el mundo, entre ellos personas jóvenes llenas de energía. Nuestra diversidad y nuestra conexión con las personas que trabajan y viven en las primeras líneas de las operaciones extractivas son únicas.
Nuestros éxitos a la hora de generar una plataforma internacional para la rendición de cuentas muestran lo que podemos lograr, mientras seguimos ejerciendo presión para contar con un espacio cívico saludable en el que podamos expresarnos, sin sufrir castigos por hacerlo.
Sabemos lo que debemos hacer como coalición mundial. Nos entusiasman las tareas que tenemos por delante y les invitamos a sumarse a nosotras y nosotros en este camino.