A medida que la crisis climática se acelera, es necesario que se produzca una transición energética radical con rapidez. Debemos pasar de los combustibles fósiles a fuentes de energía más limpias y seguras, como la eólica y la solar.
Esta es una oportunidad para todas y todos. Pero conlleva riesgos. En la actualidad, el petróleo y el gas proporcionan ingresos a los países dependientes de estos recursos. A medida que se abandonen los combustibles fósiles se perderán trabajos y, para 2040, estos ingresos podrían caer a la mitad. La demanda de minerales estratégicos para la transición aumentará drásticamente.
Los gobiernos y las empresas deben prepararse para esta situación diversificando las economías, reduciendo el uso de combustibles fósiles de forma gradual y estratégica y buscando activamente oportunidades para generar energía más limpia y rentable. Los países más ricos, que tienen la mayor responsabilidad de la crisis climática, deben tomar la iniciativa y ayudar a las naciones de bajos ingresos a planificar y gestionar la transición. Con el respaldo adecuado, muchos países que actualmente exportan petróleo y gas podrían convertirse en productores líderes de energías renovables.
A lo largo de toda esta transición, se deben escuchar las opiniones de las personas vulnerables que dependen de la extracción de petróleo y gas, y se debe tomar en cuenta el impacto sobre sus vidas.
Durante veinte años, PLQP ha llevado a cabo campañas para lograr que las industrias extractivas sean responsables y beneficien a toda la ciudadanía. En nuestra búsqueda de una transición justa hacia un futuro más limpio, esta lucha resulta más importante que nunca.