Un llamamiento feminista al multilateralismo, no al multipartidismo

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Este blog forma parte de una serie encargada por el subcomité de estrategia de PLQP (constituido por membresía del Consejo Global, del Comité de Dirección de África y del Consejo). Las propuestas y posiciones de cada autor invitado no son expresiones manifiestas de PLQP, sino que se invitó a estas personas a compartirlas para promover el pensamiento colectivo en nuestro proceso de definición de nuestra próxima estrategia global.

El siglo XXI se ha caracterizado por una convergencia de crisis civilizatorias, como la crisis climática y de pérdida de biodiversidad, la profunda crisis de la deuda en todo el Sur Global, la crisis del coste de vida y el empeoramiento de la desigualdad y la pobreza. La acción multilateral, dirigida por gobiernos con el poder de movilizar recursos públicos, resulta fundamental para revertir ésta tendencia. Sin embargo, a nivel de gobernanza global, las instituciones más responsables de abordar estos desafíos globales interconectados se encuentran adoptando una agenda «multipartícipe», causando una erosión en el poder de los gobiernos y de la sociedad civil para hacer frente a las múltiple crisis.

En teoría, el marco multiactor invita a participar a una serie de partes interesadas en la gobernanza global (incluyendo gobiernos, sociedad civil, el sector privado y el mundo académico), con la supuesta promesa de inclusividad y democratización del poder. Sin embargo, la realidad es bastante diferente. Es habitual que sean los actores económicos poderosos a nivel financiero, en particular las multinacionales, aquellas que dominan estos espacios, marginando a los gobiernos (los responsables de cumplir) y a las personas (los titulares de los derechos) de la toma de decisiones. En lugar de promover la cooperación, los escenarios multiactor profundizan las asimetrías de poder y otorgan legitimidad a los actores que se benefician de ellas, promoviendo las dinámicas de captura corporativa del Estado. 

La aceleración de multiactores en la ONU y más allá

A pesar de que la captura corporativa de la gobernanza económica mundial no es necesariamente un fenómeno nuevo, su aceleración queda demostrada por la creciente adopción de los marcos multiactor por parte de las Naciones Unidas (ONU), algo que socava la legitimidad de la ONU como foro de toma de decisiones basado en la responsabilidad y la transparencia. 

En 2021, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, publicó el informe “Nuestra agenda común” (NAC) para “responder a desafíos actuales o futuros”, incluyendo la reforma de la gobernanza global. No obstante, en lugar de validar a la ONU como un espacio para sustentar los procesos intergubernamentales democráticos, el informe enfatizaba el rol del «multilateralismo en red» (su definición para el multiactores) en la revitalización del sistema multilateral. 

Para este fin, el informe NAC proponía una Cumbre del Futuro multi partícipe a celebrarse en septiembre de 2024. En preparación, la ONU ha publicado un borrador cero del «Pacto para el Futuro», un documento de acción que evoluciona y se revisará antes de la Cumbre. 

Más de 350 organizaciones de la sociedad civil expresaron inquietudes sobre oportunidades de participación en la Cumbre e influencia sobre el Pacto. El Pacto también ha recibido críticas por abordar de forma inadecuada áreas esenciales de reforma, como la gobernanza del Banco Mundial y del FMI, la arquitectura de resolución de deuda existente y la necesidad de financiación climática en los países en desarrollo. 

De forma similar, la captura corporativa de la financiación al desarrollo demuestra el creciente poder dado a los actores privados en la gobernanza económica global, en particular en lo que atañe a países en desarrollo. El Banco Mundial se congregó en torno a la agenda «miles de millones a miles de billones”, que aduce que se debe recurrir a financiación pública para movilizar a «miles de billones» en inversiones del sector privado para la reducción del riesgo y subsidio de capital privado. De acuerdo al Banco, “las empresas privadas son la principal fuente de crecimiento económico y creación de puestos de trabajo y… el capital privado resulta esencial para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible», dando todavía más legitimidad a la importancia de los actores privados en el desarrollo. 

En caso de las asociaciones público-privadas (APP) (un medio clave para hacer realidad la agenda de los mil millones a los mil billones), la empresa privada puede conseguir importantes beneficios con poco riesgo ya que está respaldada por garantías estatales, más allá de que usualmente ofrezcan servicios más caros, menos transparentes y con ánimo de lucro. Al mismo tiempo, las agendas de “déficit de financiación” de este tipo presuponen que la financiación privada es necesaria porque el capital público es insuficiente, a pesar de que este último se puede orientar claramente al servicio de otros fines, incluyendo la expansión imperialista y subsidios para combustibles fósiles, inversiones que superan ampliamente la cantidad de fondos públicos destinados a gasto en desarrollo. 

La narrativa del «déficit de financiación» constituye parte de la agenda multi partícipe, ya que ambas, de forma intencionada, o no, socavan las capacidades de los gobiernos para rendir cuentas ante sus partes interesadas en lo relativo a toma de decisiones (económicas). 

Multipartidismo y materias primas esenciales

Desde la publicación del informe NAC, el Secretario General ha celebrado varios paneles multi actor centrados en una miríada de temas. En abril de 2024, se anunció la creación del Panel del Secretario General de la ONU para los Minerales de Transición Energética Esenciales como una forma de impulsar el desarrollo de nuevas directrices para prevenir los daños medioambientales y los abusos a los derechos humanos relacionados con la extracción de dichos minerales esenciales. 

El panel ya ha recibido críticas por defender la legitimidad de los principios voluntarios para el sector, dejando a las grandes corporaciones a su aire a la hora de controlar sus cadenas de suministro. También hay preocupación de que el panel reciba pocos aportes de la población local. Notablemente, entre los miembros del panel están el Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM, una entidad del sector dirigida por directores generales del ámbito minero), así como plataformas multiactor como la Iniciativa para la Garantía de una Minería Responsable (IRMA) y la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI), todas ellas representando directa o parcialmente intereses privados debido a la composición de su membresía. 

El problema con esos grupos multiactor es que la inclusión y dominancia de los intereses privados normalmente deriva en soluciones que dan prioridad a la viabilidad comercial en lugar de a un cambio estructural genuino, tan necesario para hacer frente a las múltiples crisis. 

EITI es un buen ejemplo de ello, al ser una plataforma multiactor centrada en la necesidad de transparencia sobre los beneficios del petróleo, el gas y la minería. EITI, al promover solo estándares voluntarios, se creó sobre el compromiso entre lo que querían las ONG activistas y aquello a lo que se resisten las empresas: informes obligatorios de beneficios y pagos en el ámbito de las extractivas. Aunque EITI técnicamente invita a la participación de la sociedad civil, en muchos de sus países miembros, el poder recae sobre gobiernos de élite y representantes de empresas que, a su vez, restringen una participación significativa de la sociedad civil. Así, muchos grupos multiactor hacen poco (o, de hecho, nada en absoluto) para rectificar los desequilibrios estructurales de poder y, en su lugar, simplemente replican las desigualdades ya existentes.

Un llamamiento feminista para una transformación genuina

Cualquier agenda para reformar la gobernanza económica global debería reforzar los foros democráticos existentes para la toma de decisiones, como la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación del Terrorismo (FfD), que tendrá lugar en 2025. La FfD, convocada por la ONU, continúa siendo una de las principales vías para que los países en desarrollo participen en la gobernanza económica mundial con igualdad de voz y voto; es allí en donde se deberían tratar los temas relacionados con la reforma de la arquitectura financiera mundial, en lugar de en la Cumbre del Futuro de la ONU, en la que participan múltiples partes interesadas. 

Más allá de eso, organizaciones como Publish What You Pay son fundamentales para avanzar la agenda para poner freno a la influencia corporativa. A medida que se replantea su dirección estratégica, la membresía debería reflexionar sobre las siguientes preguntas:

  • ¿Nuestras actividades dirigen de forma genuina el poder desde las corporaciones hacia los más afectados por la crisis climática y las injusticias económicas? El multilateralismo ha hecho muy poco por enderezar las injusticias estructurales históricas y actuales y, de hecho, parece continuarlas, al invitar a las corporaciones como actores legítimos de la gobernanza económica mundial. A fin de conseguir una transformación significativa, el poder se debe redistribuir, dando prioridad a la rendición de cuentas democrática y a las voces de los más afectados por las crisis mundiales.
  • ¿Exigimos concesiones obligatorias de las corporaciones en lugar de fiarnos de nuestras acciones voluntarias? Por ejemplo, las directrices de divulgación deberían ser obligatorias y no se debería invitar a los actores que se benefician de las prácticas destructivas y explotadoras a definir sus propios estándares de diligencia debida y sostenibilidad. En cuanto a esto, las feministas han hecho desde hace mucho un llamamiento para conseguir un tratado vinculante de la ONU para la protección de los derechos humanos de la actividad empresarial. Con el avance de esta agenda en la ONU, resulta esencial que su contenido sea sensible a las cuestiones de género, que sea inclusivo y se base en un marco efectivo de derechos humanos.
  • ¿Reconocemos los imperativos estructurales que ocasionan la crisis climática y las injusticias económicas en lugar de centrarnos en casos individuales de abusos? Las agendas multactor se suelen basar en la noción de que el abuso corporativo es el resultado de unas pocas ‘manzanas podridas’ o de empresas corruptas. El feminismo adopta un punto de vista más estructural, que reconoce que el problema es que todo el sistema está orientado al crecimiento, al beneficio y al valor para el accionista que sustenta el poder corporativo, no las ‘manzanas podridas’ individuales. 

Por encima de todo, cambiar la estructura del poder corporativo significa ampliar el poder a las personas: es así cómo entonces podremos trabajar hacia una justicia económica y climática realmente genuina.

 

Sobre Arimbi Wahono

Arimbi Wahono es una consultora senior en Shared Planet, una consultoría de impacto social y medioambiental. Su trabajo consiste en dirigir la práctica de Transiciones Justas, donde sus proyectos subrayan la necesidad de abordar las crisis climática y de pérdida de biodiversidad atajando su causa raíz: el sistema económico insostenible, extractivista y orientado al crecimiento. Ha dirigido proyectos de consultoría e investigación para organizaciones importantes en este campo, incluyendo Oxfam Internacional, la Organización para el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Mujeres, Hivos y el World Wide Fund for Nature UK (WWF-UK).

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